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Artículos año 2005
Al igual que la desertización es un fenómeno galopante que nos invade silenciosamente con el paso del tiempo y nos condena a retroceder en las posibilidades de hacer fértiles los territorios, en otro sentido, la jungla, pero la de los humanos, que no siguen pactos ni convenios más o menos civilizados o ecológicos, avanza inexorablemente. Hoy es posible ver, como muestra de lo anterior, la situación en una población como Alcázar de San Juan en lo tocante a aspectos como el tráfico rodado o el urbanismo callejero para darse cuenta de la ferocidad de sus protagonistas. Así ocurre que se hace preciso protegerse no sólo en los cruces y pasos de peatones señalizados, que escasamente se suelen respetar, sino que las aceras y otros espacios reservados a los viandantes, están siendo invadidos, cada vez con más desfachatez, por los automovilistas que no encuentran sitio para sus pretensiones momentáneas. Si antes era un gesto de mal estilo que solía quedar en evidencia lo de subir parte del vehículo al bordillo, ahora podemos ver alineados varios de ellos con la casi totalidad de su carrocería invadiendo el espacio peatonal sin ningún pudor e incluso ocupando plenamente ese espacio e impidiendo que nadie lo utilice y se exponga a ser atropellado en su intento de rodearlo. Esquinas bloqueadas, pasos estrechos, atascos permanentes por falta de señalización en las maniobras, todo ello unido a las mil y una zanjas que nuestras autoridades tienen consentidas a lo largo y ancho del municipio - ¿Encontrará por fin el tesoro el Sr. Alcalde?- hacen que circular en coche por la población a determinadas horas sea una aventura más propia del azar y del disparate que del compromiso cívico de respetar el uso común de la ciudad. Sinceramente leer las ordenanzas recientemente aprobadas en las que se pueden sancionar acciones como depositar basura antes del horario estipulado, echar papeles o chicles al suelo, realizar pintadas, pegar carteles sin autorización, sacudir el mantel… suena a música celestial de que no a broma de mal gusto en un país en el que las leyes parece que están para no ser cumplirlas y en el que si alguna vez se cumpliesen se habría llegado a la Revolución. Y qué decir de esa otra plaga de moda en el deambular callejero que constituyen esa especie de minas incruentas pero malolientes y pringosas que depositan los perros ante la pasividad e indelicadeza de sus dueños. Este es el panorama en la actualidad y mucho me temo que se agravará en lo sucesivo dado el incremento de vehículos y de canes que se sigue produciendo. No creo que ni zonas azules, ni otras zarandajas economicistas resuelvan lo que es un problema de civismo básico y de aceptación democrática de las reglas del juego que, cuando no nos convienen, son transgredidas con total desprecio e impunidad y además con la constancia contrastada de que quienes deberían hacerlas respetar no lo harán, primero por falta de medios eficaces y segundo porque si así fuera perderían un alto porcentaje de potenciales clientes electorales y eso si que no se lo perdonarían nunca. Justo López Carreño Alcázar de San Juan, 11 de Junio de 2005 |
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