Artículos año 2007 SOLO ME QUEDA EL FUTBOL

Al recordar las espontáneas y, a veces, añoradas tertulias nocturnas que celebrábamos en el jardinillo a finales de los años sesenta, cuando aún la invasión de bebidas foráneas no se había producido y la zarza o la gaseosa animaban con sus burbujas la necesidad de aplacar la sed veraniega, los que aparecemos en la foto que ilustra este texto y que son de izquierda a derecha Paco Escobar, Jose María Ortega “Canario”, fundador del Gimnástico y hombre legendario en los orígenes del deporte alcazareño, mi hermano Luis Miguel, también futbolista, y a mi derecha Sebastián Palomares, maestro, entrenador, músico y persona de gran inquietud por la fotografía, entre otras aficiones, centrábamos los debates y comentarios en los temas deportivos esencialmente y especialmente tres de ellos acaparaban nuestro interés.

Uno era el boxeo, del que José María era un gran aficionado y nos relataba los combates del gran Paulino Uzcudum, un vasco de los años veinte, del que siempre refería que al noquear a sus rivales en los primeros asaltos del combate, para que el público no se sintiera estafado por la corta duración de la velada, se ponía a dar una exhibición de gimnasia sobre el ring para así entretener a los espectadores. Entonces aún se retransmitían a altas horas o incluso de madrugada combates de Luis Folledo, Velásquez, Fred Galiana, Pedro Carrasco y Urtain entre otros púgiles del momento. Nosotros fuimos familiarizándonos con esas imágenes y con los términos propios de este deporte como gancho, crochet, protecciones o toque de campana así como también nos llamaba la atención la dura preparación física de gimnasio que debían soportar los boxeadores si querían llegar a ser como Cassius Clay, después Mouhamed Alí, campeón del mundo de los pesos pesados en aquellos años y símbolo de la supremacía en este deporte. No era raro que mi hermano y yo montásemos un cuadrilátero aprovechando la superficie de algún remolque de mi tío estacionado en el corral de casa e intercambiásemos unos golpes hasta que se nos fuera la mano y nos tuvieran que separar para que la cosa no llegara a mayores. Poco a poco el boxeo cayó en desgracia, los medios de comunicación le fueron haciendo el vacío, algunos explícitamente como El País que se negó a incluir informaciones sobre el mismo en sus páginas y todo ello unido al sospechoso amaño de las peleas y al tongo en otras fueron cavando la tumba del mismo hasta convertirlo en la actualidad en un desconocido que sólo aparece de forma excepcional en las olimpiadas o en aislados combates de aficionados.

Otro de los deportes era el ciclismo, pues coincidía que en aquellos veranos las tres grandes carreras por etapas se celebraban casi seguidas en los meses estivales. Giro, Tour y Vuelta nos mantenían entretenidos y apasionados para ver quién se consolidaba como líder indiscutible. Y ciertamente lo hubo. Fue el gran Eddie Merckx, el belga que marcó toda una época y relegó a un segundo plano a otros grandes como el español Ocaña, los italianos Gimondi o Motta y franceses como Poulidor. Y eso por citar algunos de los más cercanos a la grandeza del belga porque el resto eran legión y los comentarios sobre sus gestas los recibíamos como quien oye las hazañas de los caudillos guerreros medievales y más si eran paisanos como los hermanos Manzaneque o legendarios como Berrendero, Poblet, Coppi, Bartali, Anquetil… y un largo etcétera de grandes ciclistas. La impronta del ciclismo ha continuado más que la del boxeo y hemos podido disfrutar de grandes campeones como Induráin que han colmado las aspiraciones hispánicas en la hegemonía de este deporte. Sin embargo, está atacado por otros males diferentes al boxeo pero igualmente perversos como el dopaje. Si no se remedia y los altos intereses parece que así lo predisponen, el ciclismo irá desapareciendo víctima de su propia destrucción.

Así pues, sólo me queda el fútbol. De aquella apasionante trilogía de conversaciones a la luz de las farolas y bajo la suave brisa nocturna de un viento más deseado que real, el deporte por antonomasia de nuestra España continúa siendo el balompié, sin que, de momento, ninguno de los fantasmas que acechan a los otros espectáculos referidos hayan dado muestra de poder acabar con su vigencia ni inculcarle la carcoma de su futura desaparición.

Alcázar de San Juan, 31 de agosto de 2007
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