Artículos año 2010 EDUCACIÓN EN FINLANDIA

El pasado miércoles 24 de Febrero tuvo lugar en el Centro de Profesores una charla-coloquio sobre el sistema educativo finlandés a cargo de Tarja Ehnqvist, profesora de la Universidad de Helsinki y actualmente profesora en un Liceo Finlandés en Fuengirola (Málaga), el único centro de ese país que funciona en el nuestro.

El salón de actos donde tuvo lugar la charla estuvo casi lleno, principalmente de docentes, algunos padres y un representante político, el líder local de Izquierda Unida, en su doble condición de profesor y político. Del resto de organizaciones sociales o políticas ni rastro.

Esta primera observación nos acerca a una de las diferencias de fondo entre nuestro sistema y el finlandés, y es el gran apoyo social y económico que recibe la educación en el país nórdico en donde se invierte casi un 17 % del presupuesto en el terreno educativo. De ahí que, en la actualidad, el éxito de Finlandia, puesto de manifiesto tras la medida sobre las capacidades de los adolescentes en matemáticas, ciencias y lectura, donde los finlandeses encabezaron la comparación entre los estudiantes de los cuarenta países evaluados por el proyecto PISA (Proyecto Internacional para la Producción de Indicadores de Resultados Educativos de los Alumnos) ha provocado una amplia atención sobre su sistema educativo y su apoyo al aprendizaje permanente.

Y ciertamente, como fue reflejando la profesora Ehnqvist, a pesar de aspectos contradictorios, que también los tienen, los finlandeses pueden presumir de gozar de unas instituciones educativas envidiables. La fortaleza de su sistema escolar radica en que garantiza iguales oportunidades de aprendizaje independientemente de la posición social del alumnado. En vez de establecer comparaciones entre los jóvenes, la escuela finlandesa se concentra en apoyar y guiar a los que tienen necesidades especiales. Muy pocos alumnos se ven obligados a repetir un curso.

El personal de las escuelas finlandesas está altamente cualificado. Los docentes de todos los niveles deben tener una licenciatura (con el nuevo Plan Bolonia será Grado) que incluya amplios estudios de pedagogía y materias específicas para ejercer la docencia. Además, gozan de un salario y una consideración social acorde con esa exigencia académica, comparable con otras profesiones de alta cualificación y relevancia social.

La escuela finlandesa procura mantener relaciones naturales y cordiales entre maestros y alumnos y con el resto de personal con que están dotados los centros, pues disponen de comedor propio y de amplios espacios para actividades complementarias que desarrollan alternando con las obligatorias, por lo que todos se conocen y los niños y niñas, como es costumbre en Finlandia, se tutean con los adultos.

Las instalaciones son, amplias y luminosas, al estilo nórdico. Además de las aulas clásicas, en la escuela hay talleres de prensa, de artesanías, de música, de artes dramáticas y de ciencias naturales y educación medioambiental, gimnasio y biblioteca. Suelen contar con un pequeño jardín de invierno, sofás para leer y mesas de ajedrez. No hay que olvidar que el rigor invernal del clima propicia los largos ratos de lectura y de narraciones orales que se han transmitido de generación en generación. En las clases los alumnos circulan por el aula buscando datos, solicitando consejos al maestro, trabajando con sus compañeros y, de vez en cuando, descansando en un sofá. La atmósfera de la clase es activa, pero sin embargo el maestro lo tiene todo bajo control; los docentes tienen autoridad, por lo que pocas veces necesitan recurrir a métodos autoritarios. En los programas nacionales y en los de Helsinki se suelen aplicar los principios del pedagogo francés Celestin Freinet, que se caracterizan por el aprendizaje activo y el fomento del trabajo grupal y de colaboración.

La escuela está también abierta a la sociedad circundante. Esto significa que los padres y madres son siempre bienvenidos a las clases, y sus capacidades se aprovechan en los talleres y en la enseñanza vespertina.

Hasta los seis años no se ofrece la educación preescolar, que no es obligatoria, durante un curso, para después iniciar la escuela primaria que dura desde los siete a los dieciséis años. En Finlandia casi toda la escuela es pública y los municipios tienen a su cargo una densa red de escuelas, gratuitas como también los son los materiales escolares, libros de texto, además de otros servicios como el comedor, enfermería y transporte.

Un sesenta por ciento del alumnado que completa la educación básica continúa en el bachillerato, que suele durar tres cursos y culmina con un examen nacional que otorga el título y se simboliza con la famosa gorra blanca y el ramo de rosas. Además del bachillerato, los jóvenes pueden acceder a una formación profesional de tres años de duración, a la que ingresan quienes no siguen el bachillerato, sólo el 7% de los adolescentes eligen no continuar estudiando.

La educación superior la componen las escuelas superiores y las universidades. Dependiendo de cada institución, la selección del alumnado se basa en las calificaciones de los estudios anteriores u otras pruebas de admisión. La estrategia nacional de Finlandia apunta a que hacia el año 2020 el 42 % de los jóvenes adultos tenga un título universitario o de escuela superior profesional. Una gran cantidad de estudiantes del ciclo superior no completa sus estudios antes de cumplir los veinticinco años. El objetivo es el aprendizaje permanente, con numerosas oportunidades de capacitación y actualización para adultos ya empleados, apoyadas por el sector público. Todos los niveles educativos son gratuitos para el alumnado. Las instituciones educativas son predominantemente de propiedad del estado o de las administraciones locales.

El elevado nivel de educación de los maestros les permite planificar su propio trabajo y elegir independientemente sus métodos de enseñanza. En la actualidad se está asumiendo progresivamente el modelo de educación inclusiva, con el que se intenta no sólo alcanzar un nivel satisfactorio de rendimiento escolar de todo el alumnado, en función de sus capacidades individuales, sino también el desarrollo de actitudes relacionales y comunicativas impregnadas de colaboración.

Justo López Carreño. Febrero de 2010
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