Artículos año 2011 Madrid vacío

“A veces es necesario vaciarse para reconocerse y reencontrarse”

Uno de los momentos insólitos que se pueden vivir como un lujo, por lo excepcional, es la posibilidad de visitar Madrid cuando las vacaciones lo han vaciado de buena parte de sus habitantes y el resto se mantiene confinado en sus hogares haciendo una necesaria pausa antes de retomar el trepidante pulso del día a día de la ciudad. Gracias a la generosa iniciativa de la prima Mari, siempre eficaz y resolutiva en sus decisiones, y acompañados por sus amigos Juani y Tomás, pudimos disfrutar de la tarde del Jueves Santo y casi toda la jornada del Viernes en un recorrido urbano, gastronómico y cultural por algunos lugares emblemáticos de la villa y corte.

Antes de asistir al espléndido espectáculo del Circo del Sol, de cuyo contenido doy cuenta en otro artículo exclusivo, pudimos pasear por el entorno de la remozada Casa de Campo y sus alrededores, desde cuya entrada, al inicio del Paseo de Extremadura, se puede observar un panorama sorprendente para quienes hacía tiempo que no deambulábamos por ese entorno. La desaparición del tráfico de vehículos de la M – 30, soterrada en un faraónico tunel, unido a la reconversión en avenidas ajardinadas de algunas de las calles cercanas, permiten una visión casi idílica de la zona, ahora tomada por ciclistas, peatones y niños despreocupados de peligros inminentes.

Todo lo anterior permite una visión de un horizonte despejado que deja contemplar al fondo la catedral de La Almudena, el Palacio de Oriente y los rascacielos de la Plaza de España, a la vez que el río Manzanares se ha convertido, gracias al sistema de esclusas, en un amplio canal de abundante agua, que pone la nota pintoresca en todo el panorama descrito y constituye el decorado de un escenario otrora invadido por la depredación automovilista. La cena la celebramos en uno de los nostálgicos pabellones de la antigua feria del Campo, ahora reconvertido en la Casa de Málaga en Madrid para poder degustar sus sabrosos pescaitos.

La mañana del viernes fue protagonizada por un gustoso paseo por la barriada de Argüelles y sus cercanías hasta llegar a la calle Fuencarral, La Plaza del 2 de Mayo, con sus puestos callejeros, y deambular por algunas de las más castizas callejuelas del entorno pudiendo contrastar el antes y después de edificios, calzadas y establecimientos que sufren el inexorable paso del tiempo. Pero además, con la presencia de Jesús, madrileño de raíces y experto investigador en el estudio de los locales de cine de la ciudad, pudimos entender algo más de lo que rodea a salas como el Cine Proyecciones, las simétricas salas Roxy o el teatro Maravillas, ahora situado en los bajos de un complejo hotelero.

No podía faltar un aperitivo tradicional donde los haya, un vermut de grifo alrededor de una fuente con huevos rotos con jamón, en una tasca renovada para inmediatamente pasar a la comida en La Ribeira do Miño, marisquería típica en la calle de Santa Brígida, perpendicular a Fuencarral y a escasa distancia de la Gran Vía. Local popular que te permite comer marisco a precios asequibles en ese ambiente tumultuosamente organizado en donde todo se hace con prisa, el público se desvive por lograr un sitio haciendo largas colas y las bandejas de marisco desfilan como tartas de boda entre las mesas recorriendo un complejo laberinto de salas interiores por las que uno se perdería sin ayuda y no aptas para claustrofóbicos ni amantes del silencio que se rompe por la estridente resonancia que producen sus alicatadas paredes y el vicio hispánico de gritar más que el vecino de al lado.

Librada esa batalla, que algunas culminaron con la particular euforia que otorga el Ribeiro bebido con generosidad, la necesaria sobremesa vino en las antípodas de ese ambiente culinario gracias a la plácida tranquilidad que se respira en la cafetería del Hotel AC Palacio del Retiro, un antiguo palacete reconvertido en hotel de lujo con vistas a los jardines del Retiro, situado en la calle Alfonso XII y cuya anterior función fue la de sede de la compañía ferroviaria TALGO, uno de cuyos propietarios, Oriol, lo era también del citado edificio.

Y llamados a ir de palacio en palacio, qué mejor colofón que la visita al restaurado Palacio de Cibeles, hasta hace poco centro de Correos y Telecomunicaciones, donde Mari y Jesús se conocieron, trabajaron y dejaron huella afectiva. Actualmente convertido en sede del Ayuntamiento de Madrid, ahora presidido por Alberto Ruiz Gallardón quien, sin duda, dejará su sello con todas éstas atrevidas pero hermosas reformas urbanísticas que humanizan la ciudad y la hacen más habitable y agradable para las personas.

@ Justo López Carreño

21 de Abril de 2011
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