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Artículos año 2022
Hay momentos o etapas en las que el azar reúne de forma inesperada y caprichosa ciertas acumulaciones que resultan sorprendentes. Si como en este caso, la acumulación es de libros, miel sobre hojuelas, porque el libro siempre será un instrumento básico y necesario para entender algo mejor el mundo que nos rodea. Es posible que el formato de los libros se vuelva definitivamente digital, que el papel y la tinta sean virtuales y que los soportes donde puedan ser leídos adopte formas que ahora ni sospechamos, pero el fondo, el contenido último que nos traslada pensamientos, historias y emociones, no dejarán de estar en ellos. Este febrero de 2022 ha sido para mí un mes de prolífico contacto con títulos y autores que no quiero que pasen desapercibidos. Además de la reciente lectura del poemario “Alfileres de marfil” de mi amiga y profesora Pilar Rodríguez, que amablemente nos regaló las pasadas navidades y que ha tenido una inmejorable valoración por algunas personas de mi entorno cercano, han sido algunas más las que han acaparado mi atención y mi tiempo. Empezaré enumerando el grupo que presiden el escaparate de Mata, esa papelería emblemática de la calle Castelar en Alcázar de San Juan que, además de ser uno de los comercios locales con mayor solera, ha sabido adaptarse a la evolución de los tiempos y sumarse al pujante negocio de la informática y la telefonía. Pues bien, Industrias Mata ha colocado en una zona bien visible los cuatro ejemplares de autores que han presentado recientemente su obra. Tal y como figuran en la imagen que ilustra este apartado, arriba se sitúa el comic “Miguel Ángel de la Guarda” de Pablo Conde e ilustrado por Fran I. Periáñez, dos jóvenes con gran talento que plantean una reflexión de calado sobre la marginación que sufren muchos de nuestros mayores. A continuación figura la obra “Una apoteosis breve para un largo recuerdo. Biografía del baloncestista Vicente Paniagua” de la cual soy su autor y cuyo contenido no solo habla de ese deporte sino de una serie de aspectos de la vida política, cultural y social de la población alcazareña en un momento dado de su historia, que viene a situarse en la segunda mitad del pasado siglo XX principalmente. Para terminar este bloque aparece el libro de Antonio Leal Giménez titulado “Encuentros en la Castelar” en el que dicho autor recopila aspectos sociales y personales mediante entrevistas a todo un conjunto de personas nacidas o vinculadas a Alcázar de San Juan usando la popular calle Castelar como eje vertebrador de las mismas. Cierra este apartado de textos publicados el libro “Primaveras de esperanza” de Cleto Ortuno Marchante, autor nacido en la vecina Villafranca de los Caballeros pero residente y vinculado desde hace mucho tiempo a nuestra localidad. Todos ellos tienen un marcado carácter solidario y la recaudación por la venta de los mismos se destina de forma total o parcial, según los casos, a diversas organizaciones no gubernamentales o solidarias. Después he asistido a la presentación de la biografía de Josita Hernán que bajo el título “Vivir del teatro. Los exilios de Josita Hernán” tuvo lugar en el marco del Museo Municipal alcazareño con la presencia de su joven autora Alba Gómez García, doctora en Humanidades, que fue presentada por el concejal Pablo Pichaco y por Manuel Rubio Morano, hijo del que fuera investigador histórico Rubio Herguido, quien no solo por edad sino por la labor desarrollada por su padre, dio muestras de un conocimiento amplio del paso de la actriz por Alcázar de San Juan. Cuando escribo estas líneas tengo pendiente de iniciar su lectura, pero de antemano auguro una muy interesante aventura sobre la misma dado que esa figura resultó muy conocida para mi en aquellos años en los que residió en nuestro pueblo y fue una clienta del comercio de mi padre a la que he citado en uno de mis relatos sobre el mismo y que se puede leer y descargar en esta misma página web. En una de las últimas veladas con mi coetáneo y apreciado Amador Palacios, me puso al tanto de otras tantas de sus creaciones, que vienen a completar su ya extensa obra que acumulo en gran parte en mis estanterías. La más significativa fue su último libro titulado “Primavera tardía” que resulta una especie de cancionero que reúne recreaciones, citas y prosas poéticas de su autor, cuyo reconocimiento está más que patente gracias a su labor creativa tanto como escritor, como traductor y como crítico literario. Como complemento de lo reflejado anteriormente, Amador me hizo llegar dos obras de diferente signo pero ambas marcadas por su elocuente sensibilidad. La primera es una traducción que realizó sobre “8 poemas infantiles” de Vinicius de Moraes. Obra infantil pero de curiosa amplitud de resonancias que gusta a todas las edades y que ilustraron magníficamente Lila Chaves y Agustín Porras. Espero que mis nietos la disfruten próximamente. Por último, Amador me facilitó un ejemplar de su autobiografía juvenil, escrita en tercera persona y titulada “Los primeros recuerdos” que en una edición sencilla de copistería y encuadernada a modo de cuaderno con alambre, hace un balance de lo que fueron esos años que a todos los humanos nos marcan indeleblemente además de acompañarla con fotos de época que ilustran aún con más fuerza el peso de sus palabras. Como queda claro, febrero vino letrado, y no porque me salga esta rima inesperada sino porque no suele acontecer que se reúnan en un tiempo tan corto y concreto tal cantidad de nuevas lecturas que ahora me esperan para ir deglutiéndolas con el lento y armonioso ritmo que corresponde dar a lo que inicialmente se presenta como un manjar literario deseable y sabroso. Justo López Carreño Febrero de 2022 |
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